viernes, 4 de marzo de 2011

Arilarilarilari!!!!!!!!!!

Arilarilarilari! Ese sonido emite el despertador de mi marido, es la manera que eligió Milena (nuestra hija de 15 meses) para recordarle que tiene que levantarse y darle la mamadera. Ariel es el primer rostro que ven mis hijas por la mañana y el último por la noche, como trabaja todo el día, acordamos que estas dos tareas le competen sólo a él y yo no ofrecí demasiada resistencia.

A Ariel hubo que plantearle la idea de tener un hijo, un año antes. Él es así, le cuesta acostumbrarse a los cambios. Pero una vez que está decidido, encara el tema como si hubiera sido idea propia.

Durante el embarazo, su compañía fluctuaba de la obsesión total por mi salud al "Esta vomitando de nuevo!!!". Arrastraba ese bolso, que él mismo me ayudó a elegir, por toda la clínica las 4 internaciones previas al día D, sin quejarse. Era él, el que llamaba a mi obstetra, ya que yo (un tanto alterada por las hormonas y un poco porque era un profesional demasiado seco para mi gusto), apenas le dirigía la palabra.

Leímos libros sobre gemelos y buscábamos en la web notas sobre la función del padre en un embarazo gemelar. Siempre recuerdo esa nota, en la que un papa de mellizos, describía a la paternidad múltiple como lo mejor que le había pasado. Porque el padre múltiple no tiene otra opción que ayudar en la crianza de los bebés desde recién nacidos, ya que la madre no da a basto. El testimonio decía "Es imposible sentirse excluido", creo que esa lectura fue una antesala para lo que después ocurrió.

Ariel se peleaba con las nurce, en la clínica, porque el quería encargarse de cambiar y alimentar a sus hijas. Por mi reposo, no hicimos el curso preparto y esa era la única oportunidad de aprender antes de llegar a casa.

Los primeros días en casa con las bebas, el llevaba una minuciosa y prolija planilla, para anotar cada detalle de los cuidados y alimentación del pequeño dúo. Como aprovechábamos cada instante libre para dormir, ni tiempo quedaba para la planilla, que fue olvidada en menos de 15 días.

Siempre quizo ser padre de un varón, es más, durante las ecografías, los técnicos no sabían como darle la noticia del doblete femenino. Hoy acomoda vinchas, ajusta pañuelos, revisa los moños de los vestidos y elige conjuntos de ropa.

Cada mínimo detalle de la vida de sus niñas le apasiona, y hasta me atrevería a asegurar, que no cambiaría los juegos con muñecas por una pelota de fútbol.

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