sábado, 6 de abril de 2013

Crónicas urbanas de una madre múltiple. Segunda parte.

Mis hijas han crecidos, ya no son más bebés y eso a traído aparejado muchos cambios, entre ellos la reacción de la gente en la calle. Por eso quise relatar una segunda parte de mi crónica.

Creo que lo que hace el cambio más grande es el carrito, para ser mas específica, la falta del mismo. El carrito exponía la gemeralidad  de mis hijas y permitía que los peatones se cruzaran frente a él sin dejarme otra opción que interrumpir mi marcha. Hoy mis gemelas caminan, corren, exploran y saltan a nuestro alrededor mientras deambulamos (y tratamos de seguirlas) por la calle.  Ya no es tan sencillo pararnos y ya no es tan fácil advertir su parecido físico.

Cuando nos detenemos en algún lugar o frente al jardín, todavía hay algunas preguntas y comentarios. Pero ya no están relacionados con la concepción y el nacimiento, sino con la escolaridad (tema al que le debo un post aparte) y la creencia generalizada de que separarlas es la mejor y única opción que tenemos. En un principio me detenía a explicar los pro y los contra, hoy solo contesto que no es tan sencillo.

Luego están los comentarios referidos al carácter de mis hijas y la obsesiva manía de querer etiquetarlas, después de observarlas por 5 minutos "esta es la más tranquila", "fulana es más inquieta", "mengana es más simpática" .  Además está la creencia de que tienen que ser exponencialmente diferentes, o sea que tiene que haber una tímida y la otra extrovertida. No es siempre así, mis hijas son ambas sumamente extrovertidas, y al mismo tiempo muy diferentes.

El cambio más asombroso de todos es que me he vuelto MAS TOLERANTE. Si!, aunque parezca mentira, he cambiado la manera de tomarme este tipo de cosas, el tiempo ha hecho que acepte mejor los interrogantes y opiniones urbanas.

Hace poco una mamá me dijo "Tus hijas son terribles las dos!!", lo que me causó mucha gracia y le contesté "Si, viste?".

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