Mi abuela era como todas las abuelas, cocinaba como los
dioses y le encantaba tener la mesa repleta de gente y sobre todo de comida… Lo
que le salian mas rico a mi abuela eran
las frutillas con crema. Ni los vaporosos merengues, ni los esponjosos bizcochuelos.
Encontrar en la
heladera los dos recipientes de losa repletos de frutillas uno y de crema el
otro, era la gloria de mi infancia. Cuando llegaba a su casa me recibia con un
gran abrazo y susurraba en el oído, “te hice frutillitas”… esa frase era la promesa
de un universo de sabores que se parecían a los cumpleaños, la primavera y las
tardes sin escuela todas juntas!
Cuando el tiempo había pasado y yo me tomaba un descanso de
mis días de facultad, solía visitarla. Cuando se acercaba septiembre me recibía
con el mismo abrazo y la misma promesa de siempre. Ahí estaba esperando el paraíso en su
heladera.
Hoy que la abuela ya no esta, yo tengo mis propia fanáticas
de las frutillas con crema. Las espero, para que cuando vuelvan del jardín,
tengan su tesoro de primavera .