domingo, 12 de enero de 2014

Hay que elegir?

Desde que soy madre, y antes de eso me he topado con dos espacios de creencias sobre la maternidad que, en lineas generales, se definen por la oposición entre ellos. En "Método duermete rápido y no me hagas sentir culpable niño", me había referido brevemente  a este tema. De hecho una de las razones por las que abrí este blog es para demostrar que se puede ser padre sin ponerse una camiseta.

Parece que hoy en día todas las cosas relacionadas con las crianza de los niños tienen sus adeptos y sus retractores. Ejércitos infinitos de padres, madres, abuelas, psicólogos, autores y señoras opinólogas, que estarán allí para defender o defenestrar justamente eso que hacés con tus hijos.

Lo que no me cierra de este tipo de movidas es que no dejan de asegurar el daño que le hacen a los niños no seguir sus consejos y lo equivocados que están los padres que hacen una u otra cosa. Me parece que todo suma y cuantas mas respuestas a los interrogantes que tienen los padres hayan, es mejor. Pero no creo que ayude a una pareja primeriza el discurso que demoniza ciertas maneras de crianza, que no son mas que eso, maneras, formulas, caminos, estilos que en síntesis ambas quieren conducir a la felicidad de los niños. No creo que ningún padre coherente busque formar robots, sin identidad, ni voluntad propia, dispuesto solamente a obedecer. Como tampoco tengan como fin criar seres egoístas y desalmados que lo único que buscan es la satisfacción de sus propios deseos. Es por eso que en este humilde acto me declaro una ferviente creyente en la crianza "estrictamenteapegada" o "limitariamenteamorosa", porque no creo que una cosa anule a la otra.

Me parece que cada familia debe construir y reconstruir diariamente su estilo de crianza y dedicarse apasionadamente a ello.

Yo no elijo, no creo estrictamente necesario hacerlo.

sábado, 4 de enero de 2014

Navidad y reyes, la magia sigue intacta!

Las navidades de mi infancia eran navidades poco tradicionales. Vivíamos lejos de la familia, muchas veces fueron reuniones de amigos de mis padres, otras eramos solo nosotros cuatro, alguna vez la navidad nos encontró de campamento y al pobre Papá Noel no le quedó otra que dejar los regalos dentro de la carpa. Lo que si era tradicional era la pasión  (casi obsesión) de mi madre por la decoración navideña y los paseos de mi papá (previos a la noche buena). El era el encargado de guiar a los niños en busca de Papá Noel y su trineo cargado de regalos, si bien nunca lo encontramos, esa era mi parte favorita de la noche.
Mi papá siempre contaba que cerca de mis 6 años, descubrí el baúl del auto familiar repleto de paquetes envueltos con el papel de la juguetería más linda de mi ciudad y que ante mi pregunta, él argumentó tener ese papel para vender (porque ese era su trabajo por esos tiempos). De tal manera creí el argumento, que si no fuera por su relato, jamás lo hubiera recordado.
Mi abuela nos decía que los padres compraban regalos de miedo a que los reyes no vengan, porque ese año habíamos sido muy traviesos. Con el tiempo me fue imposible mantener esos argumentos en mi cabeza y año a año vi inútil seguir aferrándome a la fantasía. No recuerdo el momento exacto en el que lo supe, pero si recuerdo haber llorado con mi hermano cuando él se enteró.
En casa de mis padres, nunca faltó el pasto y el agua para los reyes y sus camellos, aun adolescentes seguíamos repitiendo el ritual, supongo que para mantener viva la magia.
Creo que todos los adultos de alguna manera u otra extrañamos ese "pensamiento mágico" que lo hacia todo posible.
Luego de de muchos años vuelvo a ver la navidad con ojos de niña, a través de los ojos de mis niñas. Vuelvo a mirar al cielo, teniendo la certeza absoluta que veré pasar a Papá Noel en su trineo y juraría ante cualquier juez que fueron los camellos quienes derramaron agua en mi living y desparramaron el pasto sobre mis sillones....